jueves, 30 de enero de 2014

Carambolas editoriales



Que una novela extranjera aparezca editada en español con traducciones diferentes no tiene nada de particular, sobre todo si está escrita por un autor de prestigio y la fecha de publicación del original se remonta a varias décadas atrás. Ahora bien, si esa novela aparece editada en el mismo país por dos sellos independientes diferentes casi en el mismo mes, eso ya es una carambola excepcional.

Y como para muestra, un botón, eso es justamente lo que acaba de suceder en España con la primera novela del norteamericano John Dos Passos: One man´s initiation: 1917, publicada en 1920. Se trata de un relato autobiográfico sobre sus vivencias como conductor de ambulancias en el frente franco-alemán durante la Primera Guerra Mundial. Como este 2014 se cumple el centenario de la Gran Guerra, las editoriales Gallo Nero y Errata Naturae pensaron poner su granito de arena en la nutrida representación de libros sobre el acontecimiento –que ya inundan las librerías–. ¡El problema es que, por desgracia,  las dos pensaron en el mismo título!

Mientras que la primera ha optado por reeditar la traducción que apareció publicada en 1971 por Salvat, la segunda le ha dado un lavado de cara con una nueva versión. Para ser lo más ecuánime posible y que podáis comparar de forma objetiva, os dejo a continuación las notas de prensa de cada editorial junto a un fragmento del Capítulo I de cada versión. ¡A disfrutarlo, que esto no se ve todos los días!


Iniciación de un hombre: 1917, John Dos Passos
Traducción de Camila Batlles
Fecha de publicación: 29 de enero de 2014
Gallo Nero, 2014, 152 páginas, 16

Iniciación de un hombre: 1917 es el exordio literario de John Dos Passos. Publicado en 1920, cayó en el olvido hasta la consagración del escritor estadounidense, casi veinte años más tarde.
Dos Passos escribe este relato autobiográfico sobre la masacre y la destrucción de la guerra de trincheras, experiencia vivida como conductor de ambulancias en el frente franco-alemán hacia donde se alistó como voluntario en 1917.
Iniciación de un hombre: 1917 es un impresionante mosaico de crudas instantáneas de guerra. Un libro que funde la narración biográfica y de formación con la crónica de los convulsos años de la Gran Guerra.
En la obra resuena vívido y dramático el relato del desencanto y de la desilusión de aquella generación entregada a la barbarie de la guerra. Personas que solo encontraron la salvación en la fe en el hombre y la compasión.




«En el enorme cobertizo del muelle, atestado de cestos y maletas e interceptado por pasamanos que conducen hasta los buques que hay a ambos costados, una banda de música está interpretando una chillona melodía hawaiana; las gentes danzan por entre las pilas de cajas y baúles. Hay gran abundancia de uniformes color caqui y numerosos jóvenes están agrupados riendo y charlando en voces exaltadas por la emoción. A la luz pardusca del muelle, repleto de hileras de cajas amarillas, barriles y sacos, invadido por el barullo de las grúas, entre las que serpentea la alegre y trivial tonada hawaiana, se ve gran profusión de vestidos alegres, sombreros femeninos de brillante colorido y pañuelos blancos.
El eco retumbante del silbido del buque ahoga todos los demás sonidos.
Cuando este se apaga, el alboroto de las despedidas se eleva agudamente. Los pañuelos blancos se agitan a la luz pardusca del cobertizo. Los cabos rechinan en las poleas mientras se izan los pasamanos.
De nuevo en el embarcadero se produce un revuelo de pañuelos blancos, vítores y trajes alegres. Sobre la construcción del muelle se despliega una bandera triunfante contra el firmamento celeste de la tarde.
Los edificios de Nueva York, amarillo rosáceos y púrpura amarillentos, se elevan en una pirámide sobre manchas oscuras de humo flotando encima del agua, que se une a tierra por medio de las negruzcas curvas de los puentes.
De vez en cuando llega una ráfaga salada del mar en la fresca brisa del puerto.
Martin Howe está de pie en la popa que se mece con el vibrante impulso de la hélice.
Un chico que se encuentra junto a él se vuelve y le pregunta con voz temblorosa:
—¿Es tu primera travesía?
—Sí... ¿También la tuya?
—Sí... jamás me vino la idea de que a los diecinueve años estaría atravesando el Atlántico para ir a una guerra en Francia.
El muchacho se detuvo bruscamente y se sonrojó; luego, tragando saliva, añadió:
—Debe de ser la hora del almuerzo.

¡Dios ampare al káiser Bill!
El vie-e-ejo Tío Sam
tiene la caballería,
tiene la infantería,
tiene la artillería;
¡Y así, voto a Dios, iremos todos a Alemania!
¡Dios ampare al káiser Bill!»
 

La iniciación de un hombre: 1917, John Dos Passos
Traducción de Elena Sánchez Zwickel
Fecha de publicación: 10 de febrero de 2014
Errata Naturae, 2014, 168 páginas, 12,50

Cien años después del comienzo de la Primera Guerra Mundial, recuperamos para los lectores en español la primera novela de John Dos Passos, basada en su experiencia como conductor de ambulancias en el frente francés.
Martin Howe, un joven estadounidense, se ofrece voluntario en el servicio médico durante la Primera Guerra Mundial. Zarpa el barco en el que viaja a Francia y el ambiente a su alrededor es festivo: hay música y risas, se habla entre carcajadas de las mujeres francesas y de la vieja Europa… Pero muy pronto, tras esas notas de expectación y alegría, Martin vivirá su aprendizaje del miedo y los desastres de la guerra.
En esta imprescindible novela, en medio de heridos y muertos, hay espacio también para la camaradería, para el deseo de cambio y transformación de la sociedad, para el encuentro solidario, más allá del mundo de las trincheras inhóspitas, entre soldados y civiles. Dos Passos consigue reproducir un mundo hecho de cascotes y cristales rotos, fragmentario y apocalíptico, a través de secuencias y de viñetas, de escenas y pulsiones que se superponen siguiendo una técnica de montaje que más tarde lo haría famoso con Manhattan Transfer, y que logra dar cuenta de un modo ejemplar de la brutal realidad de una guerra.
Muy pronto se dará cuenta el lector de que el interés de esta novela es tan literario como histórico: ficción y documento se prestan sus mejores herramientas para narrar la verdad general y las verdades particulares. El autor, con un tono que pasa del lirismo a la polémica continuamente, lleva a cabo una condena de la guerra que se encuentra entre las más intensas jamás escritas, alineándose con otras obras maestras como El filo de la navaja, de Somerset Maugham, o Adiós a las armas, de Ernest Hemingway.




«En el enorme cobertizo del muelle, atestado de cestos y maletas, dividido por pasarelas de madera que conducen hasta los buques que hay a ambos lados, una banda de música interpreta una chillona melodía hawaiana; la gente baila entre las pilas de cajas y baúles. Diseminados entre el gentío se ven uniformes color caqui, y numerosos jóvenes ríen y charlan en grupo con voces exaltadas por la emoción. A la luz pardusca del muelle, repleto de hileras de cajas amarillas, barriles y sacos, invadido por el barullo de las grúas, entre las que serpentea la sencilla melodía hawaiana, hay una gran profusión de vestidos alegres, sombreros femeninos de brillante colorido y pañuelos blancos.
La estruendosa reverberación de la sirena del buque ahoga cualquier otro sonido.
Cuando se acaba, el alboroto de las despedidas se eleva, chillón. Los pañuelos blancos se agitan a la luz pardusca del cobertizo. Las amarras rechinan en las poleas cuando se izan las pasarelas.
En el embarcadero, nuevo revoloteo de pañuelos blancos, vítores y trajes alegres. En el edificio del muelle se despliega exultante una bandera contra el azul del cielo de la tarde.
Amarillo-rosáceos y púrpura-amarillentos, los edificios de Nueva York se aglutinan formando una pirámide que se eleva por encima de oscuras manchas de humo que flotan en el agua, unida a tierra por medio de las negruzcas curvas de los puentes.
Con la fresca brisa del puerto de vez en cuando llega una ráfaga salada del mar.
Martin Howe está de pie en la popa, que tiembla con el vibrante impulso de la hélice. Un chico que se encuentra junto a él se gira y le pregunta con voz trémula:
—¿Es tu primera travesía a Europa?
—Sí… ¿También la tuya?
—Sí… Jamás se me ocurrió pensar que a los diecinueve años estaría cruzando el Atlántico para ir a una guerra en Francia. —El muchacho se detiene bruscamente y se sonroja; luego, tragando saliva, añade—: Debe de ser la hora del almuerzo.

¡Dios ampare al káiser Bill!
El vie-e-ejo Tío Sam
tiene la caballería,
tiene la infantería,
tiene la artillería;
¡Y así, voto a Dios, iremos todos a Alemania!
¡Dios ampare al káiser Bill!»

viernes, 24 de enero de 2014

La abadesa de Crewe






Tras la muerte de la superiora Hildegarde, la abadía inglesa de Crewe se ha quedado descabezada. Lo que en principio podía suponerse una elección tranquila entre las hermanas de una nueva abadesa, desembocará en una lucha feroz por el poder entre dos mujeres. Alexandra, la subpriora, fuerte, manipuladora y firme defensora de que el fin siempre justifica los medios, se enfrentará abiertamente a Felicity, una monja carismática con ideas atrevidas, fanática de la costura y con novio jesuita.

Alexandra se verá apoyada en sus propósitos por dos colaboradoras incondicionales: la hermana Walburga, priora, y la hermana Mildred, maestra de novicias, así como por un sofisticado sistema de escuchas que recorre todos los recovecos del convento para proporcionarle puntual información de todo lo que ocurre en él. Cuando las apuestas otorguen ya solo una ligera ventaja a Alexandra sobre Felicity, la subpriora empleará todas sus armas para desacreditar a la joven monja ante sus seguidoras. Alimentado por una falta de escrúpulos evidente y por una manipulación continua de los pensamientos de las hermanas, el complot urdido tan cuidadosamente tendrá consecuencias inesperadas para la comunidad y la tranquila abadía de Crewe saltará a las portadas de los periódicos y será tema recurrente en radios y televisiones de todo el país, para terminar alcanzando al propio Vaticano.

Toda esta truculenta historia, pasada por el tamiz satírico de Muriel Spark, se convierte en una crítica vitriólica al poder en general, a lo que cada uno está dispuesto a hacer por satisfacer sus ambiciones personales y a la enorme hipocresía reinante en todos los ámbitos de la sociedad, por muy puritanos que parezcan. Hay en esta novela un buen número de símbolos que ilustran esta doble moral: la reimplantación de la estricta regla de San Benito en Crewe –cuando ni siquiera el Concilio Vaticano la recomienda ya–, las diferentes “castas” en que se dividen las monjas del convento, la apertura sexual que pregonan (y practican abiertamente) ciertas monjas o la voracidad de los medios de comunicación, que no dudan en emplear los métodos más peregrinos a fin de obtener un buen titular, son algunos ejemplos.


Muriel Spark al acecho


Con personajes secundarios tan notables como la hermana misionera Gertrude, que tan pronto está mediando entre tribus caníbales y sectas vegetarianas como subida a un avión camino del Himalaya, o la pánfila hermana Winifrede («cerebro en el que nunca raya el alba»), que acabará en manos de Scotland Yard, la diversión está asegurada. Además, la Spark siempre tuvo una inmensa capacidad para sorprender al lector y no dejarlo indiferente, y este texto es una muestra más de su talento narrativo.

            «–Gertrude, este convento es un semillero de corrupción y de hipocresía. Quiero cambiarlo todo, y hay muchas monjas que están de acuerdo conmigo. Queremos liberarnos, queremos hacer justicia.
            –Hermana, tranquila, sea sobria. La justicia hay que hacerla sin dar a entender que se hace. Es siempre una empresa fatal. Conducirá a la ruina a toda la comunidad.
            –¡Oh!, Gertrude, nosotras creemos en el amor con libertad y en la libertad con amor.
            –Eso puede arreglarse –dice Gertrude.
            –Pero ahora hay un hombre en mi vida, Gertrude. ¿Qué puede hacer una pobre monja con un hombre?
            –Invariablemente a un hombre hay que alimentarle por los dos extremos. Hermana, tendrá que aprender a cocinar y a lo otro».

Sin embargo, habiendo leído y disfrutado otro título de la autora, Las señoritas de escasos medios (Impedimenta, 2011), el relato de la abadía de Crewe no me ha parecido tan redondo. A pesar de que abunda la ironía y la crítica despiadada marca de la casa en ambas novelas, en esta última hay elementos, como los abundantes pasajes bíblicos que son leídos en el refectorio o las no menos profusas citas de poetas metafísicos ingleses (el punto débil de Alexandra), que distraen de la trama y llegan a hacerse un poco pesados. Así mismo, los saltos temporales para enlazar las escenas antes y después de la elección de la nueva abadesa generan algo de confusión.

Pero a pesar de eso, y en buena parte por la notable traducción de Pepa Linares, esta novela corta es altamente recomendable. Hay que recordar que se publicó en 1974 y que se puede leer como una parodia ácida del caso Watergate, que estalló dos años antes y obligó a dimitir al presidente Nixon. Si las repercusiones de esta bomba política fueron enormes, la idea de situar la trama en un convento, con todo lo que allí ocurre, lleva el estupor de los lectores a otra dimensión.

«–Los estadounidenses lo han captado muy bien –añade Walburga–. Parece que les divierte y, desde luego, los escandaliza la maledicencia omnipresente en este país.
–Me atrevo a decir que en esta hora triste ha llegado para Inglaterra la decadencia. ¡Toda esa polvareda pública, que no ha hecho más que aumentar de mes en mes, por un dedal de plata! Jamás habría estallado en Estados Unidos un escándalo semejante. Allí hay sentido de la medida y se comprende la naturaleza humana; es el secreto de su éxito. Una raza realista, aunque no tenga ni idea de cómo se comen los espárragos».

Finalmente, como curiosidad, recordar que la novela fue llevada al cine en 1977 (Nasty habits) por el norteamericano Michael Lindsay-Hogg, con Glenda Jackson encarnando a la pérfida Alexandra. En este caso, la acción se trasladó a un convento de Philadelphia, aunque se filmó en el Reino Unido; cosas que tienen las coproducciones.


Glenda Jackson como la maquiavélica Alexandra

La abadesa de Crewe, Muriel Spark
Traducción de Pepa Linares
Contraseña, 2012, 116 páginas, 14