miércoles, 30 de mayo de 2012

Biblioteca Favela: libros como armas




Desde que Arquímedes enunció su famosa frase “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, han aparecido muchas personas en la Historia dispuestas a nadar a contracorriente para enfrentarse a realidades que parecían inmutables con soluciones nuevas y simples. La vida de una de ellas se puede leer ahora narrada en primera persona en Biblioteca Favela, el volumen que inaugura la colección Cuatro Mil Millas del interesante proyecto literario hispano-brasileiro Ediciones Ambulantes.

Su protagonista, el carioca Otávio Júnior, nació en 1983 en el morro del Caracol, dentro del Complejo de favelas de Alemão, un asentamiento del norte de Río de Janeiro formado por ciento cuarenta mil personas, hasta hace poco uno de los rincones más violentos de la ciudad. Con estos antecedentes, Otávio era un firme candidato para entrar en el mundo del narcotráfico, pasando a convertirse en un sicario más del barrio. Sin embargo, por fortuna la literatura se cruzó en su camino y ese horizonte al que parecía predestinado cambió.

Con ocho años, encontró su primer libro de cuentos entre la basura de uno de los vertederos cercanos. Maravillado por la lectura, comenzó a pedir libros prestados a sus vecinos. En poco tiempo, y gracias a la buena voluntad de la gente, consiguió desde cómics y libros de los años 60 hasta una biblia mormona o el manual de funcionamiento del Volkswagen Passat de 1980 (!). Esta nueva pasión la alternaba con su gran afición por el fútbol (como buen brasileño), donde enseguida empezó a destacar como portero.

Un buen día, Otávio tuvo que elegir entre sus dos vocaciones, y ganaron los libros. Como paso natural, de la lectura pasó a la escritura de cuentos y a los 16 años organizó ya sus primeros espectáculos teatrales de barrio para atraer a los chavales hacia ese mundo de fantasía, tan lejano de la violencia de las calles, y ganar algo de dinero para ayudar en casa. Su tremenda inquietud por aprender le llevó a formarse mediante becas en diversas escuelas de arte de Río, así como a editar su primer libro, patrocinado por una imprenta que creyó en ese chico tan ilusionado que no encontraba editorial.


Otávio Júnior posa orgulloso, rodeado de libros, en su lugar de trabajo


En 2006 Otávio sintió la necesidad de hacer algo más por su comunidad. Fue entonces cuando nació su proyecto estrella: Ler é 10 – Leia favela. Se propuso enseñarles a los chicos de la favela un mundo que no conocían. Quería mostrarles que existía algo más provechoso que ese ambiente de delincuencia en donde se movían a diario: crimen organizado, drogas, armas y violencia doméstica. La única visión exterior del mundo que les llegaba era a través de la televisión, que les ofrecía un universo lejano de glamour, dinero y ropas de marca al que podían llegar por el camino fácil de las bandas.

Decidió organizar sesiones de cuentacuentos en colegios y “meriendas literarias” como vías para motivar a los chavales. Su esfuerzo pronto tuvo eco y comenzó a recibir apoyo de ONGs, empresas y particulares, que colaboraban con donaciones de libros y patrocinios. El proyecto que partió de la ilusión de un solo joven decidido y tenaz es hoy una flamante realidad: una biblioteca en su favela con más de 6.000 libros, muchos de los cuales son itinerantes y van pasando por otras favelas, para ampliar el radio de acción cultural. Otávio -el Librero de Alemão- ha conseguido el reconocimiento en su país y, desde las acciones armadas del Gobierno brasileño contra el narcotráfico en 2007 y 2010, disfruta -lleno de futuros proyectos- de un Complejo de Alemão “pacificado”, con mucha menos droga y violencia que antes.

Su historia es la prueba de que por encima de las distintas acciones de los gobiernos de turno sobre las zonas más pobres y marginadas de las grandes ciudades, los ejemplos individuales son los que pueden marcar la diferencia. En este sentido, otro botón de muestra es la obra que lleva a cabo Carlinhos Brown en su barrio de Candeal, en Salvador de Bahía, retratado en imágenes por Fernando Trueba (El Milagro de Candeal, 2004). Allí ha sido el poder de la música el que ha desplazado a la violencia. Para ambos, así como para tantas otras iniciativas anónimas, parabéns desde esta bitácora.

Para más información in situ: http://leredezleiafavela.blogspot.com

Biblioteca Favela, Otávio Júnior
Traducción de Víctor David López y Aline Pereira
Ediciones Ambulantes, 2012, 96 páginas, 9,50

jueves, 17 de mayo de 2012

La península: el simbolismo bretón




La península apareció publicada por primera vez en 1970 como parte del volumen homónimo de Éditions José Corti, que recogía junto a esta novela corta otros dos textos: La route (un relato de apenas 20 páginas, que en realidad era un fragmento de una novela que Gracq nunca llegó a acabar) y El rey Cophetua (una historia ambientada en la Primera Guerra mundial, que también ha editado recientemente Nocturna en su colección Noches Blancas).

El argumento de La península es extremadamente sencillo. Simon espera en la estación de Brévenay la llegada de su amante en el tren del mediodía, aunque ella ya le ha advertido por carta de que es poco probable que pueda tomarlo. En efecto, el tren de las 12.53 se detiene puntual, pero la joven Irmgard no está entre los pasajeros. El siguiente tren hará su entrada siete horas más tarde, así que Simon decide aprovechar ese tiempo recorriendo en coche la costa bretona.

Su periplo por la península de Guérande será en realidad el protagonista absoluto del relato. Compartiremos con Simon los recuerdos de infancia, tan ligada a este paisaje bañado por el Loira y el Atlántico, y sus recorridos morosos a pie y en coche por cada uno de los pueblos que separan Brévenay de Kergrit, la villa costera donde Simon decide finalmente tomar una habitación a la que llevar a Irmgard por la noche.


Le Marais de Brière (Le Marais Gât en la novela) 


Estos escasos cincuenta kilómetros nos servirán para conocer en profundidad los bosques sombríos, el mar, las playas donde se refugian los últimos bañistas de la temporada estival, el aislamiento de los pescadores: una pura alegoría de los deseos y los temores de Simon, que se irán agolpando conforme avance la narración. Se trata de un texto sobre la espera, de cómo un reencuentro largamente anhelado puede transformarse en un instante temido, con referencias explícitas a la leyenda celta de Tristán e Isolda. Lo importante no es la acción, sino la manera de contar. Así, el autor francés -para dotar de mayor irrealidad al conjunto- se permite cambiar los nombres reales de cada población por equivalentes ficticios.

“Ni siquiera dejaba que cobrasen cuerpo en su mente imágenes de lo que estaba por pasar, únicamente las sentía hormiguear dentro de él a todas ellas; pegajosas, encoladas, protegidas aún como por un tegumento voluptuoso, husmeando el aire que va a desfruncirlas una a una, él era como una planta que va a florecer: al borde de la delicuescencia. Pensó por un instante que era profundamente feliz, es decir, que sentía que iba a dejar de serlo.”

Hay que destacar que a pesar de la brevedad de la novela, lo ideal es degustarla a pequeños sorbos. Julien Gracq (1910-2007) tenía un estilo narrativo especial, que incluía el uso de frases infinitas y una gran riqueza en el vocabulario. Para comprobarlo, basta con echar un vistazo al inicio de la obra, donde Gracq describe la estación y sus alrededores a lo largo de dieciocho líneas, empleando para ello ¡sólo dos frases!, un ejercicio de virtuosismo en el arte de hilvanar palabras al alcance de bien pocos escritores de hoy en día.

Sin embargo, esta elegante manera de escribir no resulta engolada ni pretenciosa, ya que en el texto no hay adjetivos superfluos; todas las palabras importan y tienen su peso a la hora de acompañar a Simon tanto en la mera descripción del paisaje y sus gentes como en su creciente temor a que la realidad a cada paso no sea tan plena como las situaciones imaginadas. También es de justicia resaltar la destreza del traductor para encontrar la palabra justa en cada momento. Para ahondar en la opinión que el francés tenía acerca de la literatura y todo lo que la rodea (premios, críticos y cierto tipo de autores), recomiendo leer su vitriólico ensayo La literatura como bluff –editado aquí en 2009 por Nortesur- en el que refleja su idea del buen gusto literario.


Un joven Gracq asediado por los periodistas tras rechazar el Goncourt (1951)


En definitiva, estamos ante un relato muy interesante, a la vez onírico y palpable, con un final abierto que explota la ambigüedad entre miedo y deseo de la que hace gala Simon a lo largo de buena parte de la novela y que nos hace reflexionar aún más allá tras cerrar el libro.

“La noche se anunciaba tan pareja, tan recogida, tan plácida que se hubiera dicho que excluía con toda su plenitud el tremendo redoble, tan cercano ya, que iba a interrumpir aquella calma: la llegada de Irmgard.”

La península, Julien Gracq
Traducción de Julià de Jodàr
Nocturna, 2011, 125 páginas, 14

miércoles, 2 de mayo de 2012

La esposa diminuta: Manual para náufragos existenciales




¿Alguien ha oído hablar del realismo mágico canadiense? ¿Puede que tenga su origen en Ontario? Me explicaré. Imaginen a un hombre normal -si descontamos su llamativo sombrero morado- que entra en una sucursal bancaria del centro de Toronto. De repente, revólver en mano, dispara al techo y exige a los presentes que le entreguen el objeto con mayor valor sentimental para cada uno de ellos (no quiere dinero, mal empezamos). Una vez satisfechas las exigencias del misterioso ladrón, todos los clientes salen aparentemente indemnes de este inusual atraco. Sin embargo, no tardarán en sufrir las consecuencias: maridos que se tornan muñecos de nieve, tatuajes que cobran vida y persiguen a su propietaria, esposas que resultan ser extrañamente dulces o pobres diablos a la caza de sus corazones, aún palpitantes, a través del tráfico.

Y además tenemos a Stacey Hinterland, que se percata de que está menguando día a día. En este microcosmos kafkiano cabe esperar cualquier situación y los giros más sorprendentes, y la verdad es que la imaginación desbordante de Andrew Kaufman no decepciona. Con una prosa envolvente y precisa, nos sumerge con facilidad en la angustia vital de cada una de las criaturas que desfilan por la obra. Los esfuerzos individuales por salir de esta pesadilla originarán a lo largo de la novela diversos encontronazos entre las víctimas del atracador. Cada una de ellas se verá obligada a replantearse la realidad, a tomar decisiones y a apechugar con las consecuencias de sus actos, ya sea para bien o para mal.

En realidad, este relato es una fábula sobre cómo la vida cotidiana hace que a veces perdamos el norte, nos dejemos arrastrar por los acontecimientos y no reaccionemos hasta descubrir que en realidad lo más importante, lo que nos hace verdaderamente especiales, es el amor que nos ofrecen los demás.

Volviendo a mi pregunta inicial, no, la verdad es que el realismo mágico no ha rebrotado en Canadá. Simplemente asistimos al uso de la magia por parte de Kaufman como metáfora de muchas relaciones de pareja, de la soledad o de la angustia vital (a destacar que parte del botín del hombre del sombrero morado sea una copia manoseada de El extranjero de Camus). Así pues, cada situación surrealista no es más que una suerte de subconsciente ansioso luchando a tiempo completo por salvar vidas o empezar de cero.




En cuanto a las ilustraciones, obra de Tom Percival, tanto su aparente sencillez (todas son siluetas en blanco y negro) como su dinamismo resultan ser el contrapunto perfecto para la narración. Para los curiosos, no está de más dejarse caer por la web del artista (http://tom-percival.com/) para ver toda la fuerza de sus otros trabajos y una muestra de la primera idea que había pensado para ilustrar -a todo color- las aventuras de esta mujer menguante.


Kaufman fotografiado por Lee Towndrow 


Andrew Kaufman (Wingham, Canadá), además de escritor, es director y productor de radio; actualmente trabaja como productor en la CBC Radio de Toronto. Entre sus obras destacan Todos mis amigos son superhéroes (2003), traducida a varios idiomas, y La Biblia impermeable (2009). La esposa diminuta (2010) es un buen ejemplo de su peculiar inventiva, aderezada siempre con un fino, mordaz, y a veces macabro, sentido del humor. Para los que busquen una historia nada convencional que les evada por un momento de la cruda realidad cotidiana, este es el relato ideal. Además, recomiendo un paseo por la atípica página web del autor (http://www.severalmomentslater.com/), un prodigio de minimalismo, fotos retro y detalles curiosos.

Por último, en esta ocasión no voy a incluir citas del libro para ilustrar la reseña, sino el tráiler de promoción, muy atractivo, en el que la animación habla por sí sola:




La esposa diminuta, Andrew Kaufman
Traducción de Leticia García Guerrero
Ilustraciones de Tom Percival
Capitán Swing, 2012, 104 páginas, 16,50