Todo
nuevo proyecto editorial independiente se nutre de unas buenas dosis de
romanticismo, de osadía compartida, de aventura sin red y, sobre todo, de una
pasión sin fisuras por los libros. En el caso de Fiordo Editorial, esta pasión se nota ya en la declaración de
intenciones que figura en su página web: “…nuestro
objetivo es ofrecer al público libros que otorguen placer al tacto, a la vista
y al intelecto…”
Este
nuevo sello argentino nació en Buenos Aires a finales de 2011 de la mano de Julia Ariza y Salvador Cristofaro, dos
entusiastas lectores con los que he tenido la oportunidad de comunicarme vía
correo electrónico, que transmiten su amor por las buenas ediciones en cada
palabra.
Según
Julia, “la idea de fundar una editorial
surgió precisamente de la convicción compartida de que leer un libro es una
experiencia intelectual pero también de los sentidos, y que, lejos de
constituir una forma de escapismo, la buena literatura, los buenos ensayos,
pueden darnos perspectiva y redimensionar nuestra vida práctica. Somos
lectores, y más que lectores acumuladores de libros, que atesoramos, olemos,
consultamos, criticamos, exponemos, encimamos y redescubrimos en nuestras
bibliotecas con genuino entusiasmo.”
Aunque
venían madurando la idea de abrir un sello propio hace ya algún tiempo, fue a
finales del año pasado cuando tuvieron las condiciones idóneas para empezar a
concretarla. Su intención es publicar
textos aún inaccesibles para el público hispanohablante, ya sea porque se
trata de obras fuera de circulación, nunca antes traducidas o todavía no
editadas. “De lo que se trata es de
reponer o dar a conocer muy buenos textos, que convoquen al lector de hoy, en
el mundo de hoy. Esto significa que además de buenas traducciones, nos interesa
mucho intervenir en la cultura de nuestro tiempo editando a autores jóvenes.”
El
programa de publicación de Fiordo contempla la narrativa y el ensayo, este último a través de una serie que
están acabando de definir y que verá la luz el año que viene. Para su puesta de
largo han elegido una novela de la británica Marghanita Laski publicada en 1953, El diván victoriano, que
en palabras de P. D. James es “una de las
novelas cortas más hábilmente narradas y aterradoras de su década.” Por
azares del destino, esta novela -nunca traducida hasta ahora al español-
aparece también estos días en nuestro país de la mano de Automática Editorial
como La chaise-longue victoriana. Una
prueba más de la importancia de las pequeñas editoriales en el rescate de obras
clásicas secretas.
El
segundo título de Fiordo, ya en camino, será la novela Una confesión póstuma,
del escritor holandés Marcellus Emants,
aparecida en 1894. Estos jóvenes editores tienen el propósito de publicar cuatro libros al año, una producción inicial
modesta, pero que pretende irrumpir con firmeza en la escena literaria
argentina. No en vano, el nombre de Fiordo no está tomado al azar: como dice
Salvador, “es la formación de un valle
por la fuerza tenaz de un glaciar que avanza abriéndose camino a través de las
montañas, dejando una huella geográfica imborrable, un nuevo hábitat. Nuestra
idea es actuar de la misma manera.” Y nuestro deseo es que lleguen muy
lejos en esta travesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario