viernes, 20 de abril de 2012

El zoo trágico




“Convertirme en un caballo, galopar a través de la arboleda; pero tienes la cabeza en otro lado, repleta de pensamientos traviesos en un lugar donde reina la libertad, donde todo son gestas y una fuerza victoriosa, y de pronto estalla un ruido agudo, no muy alto pero tan persistente que incluso el galopar más incontrolado se detiene al percibirlo, y tu corazón pierde un latido al fondo de tu pecho.”

Quien rememora estas ensoñaciones de la infancia es Vera, la protagonista absoluta de El zoo trágico. Esta novela (publicada en 1907 e inédita hasta ahora en castellano) es un conjunto de nueve relatos que pueden leerse por separado, pero que juntos constituyen los capítulos de las memorias ficticias de infancia de Lidia Zinovieva-Annibal.

Hija de terratenientes, la inocente Vérochka de las primeras narraciones nos describe sus tomas de contacto con la Naturaleza y los animales durante las largas temporadas que pasa con su nutrida familia en la gran finca de verano. La vida en San Petersburgo le aburre, y cada año espera con ansiedad el buen tiempo para disfrutar con la belleza de esa vida rural en una Rusia ya pre-revolucionaria. Sin embargo, el dolor y la amargura no tardan en llegar, pues todos los pequeños animales que desfilan en este zoo estival (oseznos, grullas, lobos) van pereciendo víctimas del comportamiento humano, tantas veces brutal; de ahí el título del libro.

Conforme avanza esta historia de aprendizaje, podemos comprobar la evolución de una niña dulce y sensible hacia una Vera adolescente llena de rebeldía, mentirosa y cruel, que se distancia cada vez más de su madre. Esta transformación llega a su clímax en el capítulo más extenso (el mejor, en mi opinión) -titulado El diablo- donde la protagonista se muestra fuera de control, ladrona, calculadora y perversa, enfrentándose cada vez con más tesón a institutrices y compañeros de estudios, lo que la forzará finalmente a un peregrinaje por diferentes colegios, incluso fuera de Rusia. También destaca el desarrollo de la conciencia moral en la joven Vérochka, anticipo de la lucha de clases que no tardará en estallar en su país para cambiarlo todo.


Lidia Zinovieva-Annibal 


La narración revela la parte más oscura del aprendizaje en la niñez, junto a un buen muestrario de dificultades a las que debía hacer frente la mujer rusa de la época, ya que crecía en un entorno dominado por hombres. En cuanto al estilo, Zinovieva emplea una prosa clara, sencilla, evocadora, casi minimalista. Es también abundante el simbolismo, con frecuentes metáforas e imágenes sobre el feminismo, la rebeldía y la ruptura con el orden establecido.

Por otra parte, hay que destacar que la autora fue pionera en Rusia al mostrar en sus obras el tema del lesbianismo, que aquí aparece sutilmente retratado en los enamoramientos continuos de Vera: Dasha (hija de una de las sirvientas), su institutriz, la hija de un campesino o varias compañeras de colegio. Es este un asunto que ya había abordado con anterioridad de manera mucho más explícita en la novela corta Treinta y tres monstruos (1907), que estuvo prohibida durante buena parte de la etapa soviética, acusada de decadente y sexualmente perversa.

Como ya he apuntado, hay una fuerte carga autobiográfica en El zoo trágico. Lidia y Vera comparten el mismo origen de clase alta y experiencias vitales similares: esmerada educación con tutores e institutrices, fascinación por la vida en el campo, gran interés por los problemas de las clases menos favorecidas –no en vano Lidia murió de escarlatina tras trabajar como enfermera durante el verano de 1907, ayudando a los niños enfermos de los campesinos-, e incluso tendencias sexuales. Ambas comparten también una personalidad muy emotiva y algo excéntrica (la escritora, por ejemplo, solía lucir largas túnicas, que causaban admiración entre los invitados a “La Torre”, su afamado salón literario de los miércoles en San Petersburgo).

Los lectores que amen el estilo vital, expresionista (atentos al potente capítulo final) y los textos reivindicativos del papel de la mujer en la sociedad -al estilo de Virginia Woolf- no quedarán defraudados. No en vano, la breve obra de Zinovieva-Annibal (1866-1907) constituye un punto de referencia para la literatura femenina rusa de todo el siglo veinte. Y nosotros podemos disfrutar por fin de un espléndido fragmento gracias al buen hacer de Nevsky.

El zoo trágico, Lidia Zinovieva-Annibal
Traducción  de Vladímir Aly
Nevsky Prospects, 2012, 272 páginas, 20

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